
El Cairo (en árabe, القاهرة Al-Qāhira,¨la victoriosa¨ o ¨la fuerte¨) es una ciudad que te atrapa con su encanto. No es nada extraordinario, pero tiene una personalidad propia y una vida comparable a cualquier capital europea. A pesar del caos aparente en el que se vive en la calle, en realidad se respira cierta cercanía entre sus habitantes, cierta identificación con uno mismo y con el sentimiento de familiaridad que transmite.
Particularmente a mí me ha resultado muy acogedora, al margen de lo extraordinario de sus Pirámides, su increíble Esfinge y otros atributos que la hacen única entre las únicas. Las calles de esta maravillosa ciudad conocida además por sus mezquitas y sus monumentos islámicos, transpiran el estilo de vida mismo de sus habitantes en su quehacer diario.

CRUZAR LA CALLE EN EL CAIRO
El mero hecho de cruzar una calle puede ser todo un reto, el tráfico es horrible y caótico en extremo, da la sensación de estar en una pista de carros locos. Si quieres cruzar la calle, no esperes semáforos ni pasos peatonales, porque no los encontrarás, solo debes aventurarte a cruzar por delante del primer coche que venga por la calle y mirar a los ojos del conductor, sus gestos y su mirada te dejarán saber en qué momento podrás cruzar delante de su coche.
Inicialmente nos pareció que era bastante arriesgado la forma que tenían los egipcios de ir hacia la acera de enfrente, pero una vez nos explicaron el procedimiento (muy natural y normal allí) logramos entenderlo; aunque es cierto que no tuvimos muchas oportunidades de ponerlo en práctica, pues la agencia nos llevaba en transporte climatizado a todos los sitios.
Fui acompañado de mi pareja y nos hospedamos en el hotel que nos había reservado la agencia que contratamos para que nos organizara el viaje. La agencia es Egipto Tour Group, excelentemente llevada por nuestro ya amigo Mahmoud Farouk, nos reservó alojamiento en el hotel ¨Le Meridien Pyramids¨ en una habitación con vistas a las pirámides; tengo que agregar que la atención, condiciones y personal del hotel eran no menos que excelentes desde nuestra perspectiva. Una noche, al llegar al hotel, fuimos testigos de la celebración de una boda justo en el lobby del hotel, fue algo sensacional, inolvidable.

EL ARTE DEL REGATEO EN EGIPTO
Ciertamente es una ciudad poco higiénica, sucia, no obstante, eso no le resta encanto. Está colmada de vendedores que prácticamente te acosan al pasar frente a sus comercios intentando forzar la venta de lo que sea que vendan. Allí se aprende el arte del regateo, pues prácticamente todos los vendedores te proponen un precio inicial que triplica o cuadriplica al precio a que realmente están dispuestos a venderte su producto.

Eso sí, hay que saber cómo regatearles, el regateo en Egipto es un arte para la mayoría, un deporte para otros, un estilo de comercio para todos. En una ocasión me “impusieron” la compra de una especie de turbante, que es muy comúnmente usado allí en la cabeza de los hombres (me dijeron que se llamaba hothra) y el precio inicial al que me lo ofrecieron fue de 300 libras egipcias; luego de aproximadamente una hora de regateo me vendieron dos por 80 libras.


Los occidentales (como nos llaman) solemos ser raros para ellos, sobre todo para los niños y los jóvenes, que suelen pedir hacerse una foto junto a nosotros para subirla a su facebook o instagram. Los egipcios en general son muy respetuosos, aunque tienen una tendencia a imponer su criterio, les gusta que las cosas se hagan a su manera y no les gusta que eso se someta a debate, especialmente en temas religiosos, algo en lo que profundizaremos más adelante en otra entrada.
La capital de Egipto es una ciudad que te invita a envolverte en su magia y mi recomendación es que te dejes envolver sin dudarlo. Poco a poco les iremos contando en varias entradas todos los detalles del viaje y aclarando vuestras dudas con respecto a temas sensibles como la seguridad en Egipto, desde les digo que merece muchísimo la pena hacer este viaje. Egipto es diferente a todo lo demás.

1 comentario en “Un día en El Cairo”